domingo, 5 de abril de 2020

Masculinidades devaluadas


Por Raúl Rosales León

Las nuevas masculinidades en la práctica no son nuevas. Esto se comprobó el pasado viernes donde millones de hombres salieron a las calles a realizar las compras en los mercados a nivel nacional. Tampoco es nuevo la sanción social a estos hombres representándolos como inútiles por medio de memes difundidos por las redes sociales. Las imágenes de hombres incapaces de hacer compras para el hogar forman parte de las masculinidades devaluadas.   


Para explicar el fenómeno de las masculinidades devaluadas tomaré como unidad de análisis a los “pisados” y “saco largos” que son representaciones sociales que caracterizan a los hombres que realizan las tareas domésticas. Ellos limpian la casa, cocinan, cuidan a los niños, hacen las compras para el hogar y, sobre todo, son dominados por sus parejas. La burla, el sarcasmo y la humillación estructuran la lógica de poder entre hombres. En este sentido, se puede decir teóricamente que los pisados y saco largos forman un modelo de masculinidad devaluada porque pierden valor en relación con la masculinidad hegemónica (Connell) que garantiza la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres. Si el hombre no domina a la mujer para asignarle de forma exclusiva las tareas del hogar, su masculinidad es devaluada.   

Varios cibernautas de las redes sociales cuestionaron la circulación de memes caricaturizando a los hombres haciendo compras en el mercado. Las críticas consisten que dichas actividades son comunes y corrientes en sus labores en el hogar. Las estadísticas del INEI dan la razón a los cibernautas porque según los resultados de la Encuesta del Uso del Tempo (MIMP 2010) el promedio de horas a la semana que usan mujeres y hombres en realizar las compras para el hogar son de 3,37 y 2,39 respectivamente. Existe una pequeña brecha entre mujeres y hombres de 0,58 horas promedio que es insignificante a comparación de las actividades culinarias con 9,41 horas promedio. En ese sentido, no resulta nada del otro mundo y exótico que los hombres salgan hacer las compras en el mercado, pero aun así los medios de comunicación fortalecen los estereotipos de género.



Frente a la devaluación de las masculinidades, desde el Estado, la Defensoría del Pueblo se pronunció señalando: “se debe evitar los comentarios estereotipados que generen prejuicios hacia cualquiera de los géneros, pues naturaliza el machismo y puede provocar violencia. #EstadoDeEmergencia debe permitir reflexionar sobre roles tradicionales que afectan principalmente a mujeres”. Y desde la orilla de la sociedad civil, la ONG Manuela Ramos envío un mensaje titulado“No más estereotipos de género” en alusión a los medios de comunicación y, específicamente, periodistas que hacen preguntas a los hombres como ¿la lista lo hizo tu esposa? o ¿Sabe si es perejil o culantro?   

Finalizo señalando que las nuevas masculinidades en la teoría son nuevas. Para la gran mayoría de la población este modelo de masculinidad es desconocido y si no de difunde oportunamente puede tener una interpretación errónea.  Las nuevas masculinidades implican conocer y tomar conciencia de los efectos negativos del machismo y asumir las ventajas de ejercer una masculinidad libre de devaluación.

jueves, 19 de marzo de 2020

Tiempos de nuevas masculinidades. Evitar otra oportunidad perdida.


Por Raúl Rosales León

En el actual contexto de crisis que atraviesa nuestra sociedad por la presencia del coronavirus, Marcela Huaita escribió un artículo titulado Tiempos de crisis: Las mujeres, el Estado y la carga del cuidado. Suscribo las ideas de la autora y, específicamente, la siguiente afirmación: “Las mujeres no podremos dedicarnos a teletrabajar si no compartimos las tareas de cuidado. Esta crisis debe ser también una oportunidad para replantear los roles en la casa”. La cuarentena de quince días decretado por el Presidente Martín Vizcarra es la oportunidad para tomar conciencia de la necesidad de fomentar las nuevas masculinidades y, de esta manera, avanzar en el camino hacia la igualdad de género en el Perú.

La Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (INEI, 2010) demuestra que las actividades relacionadas con las tareas domésticas y el cuidado son realizadas en mayor porcentaje de tiempo por las mujeres. Según el INEI con los resultados se constata la vigencia de una tradicional división sexual del trabajo entre los géneros donde los hombres tienen mayores oportunidades para las actividades remuneradas fuera del hogar. Desde los estudios de las masculinidades la división sexual del trabajo estructura un modelo de masculinidad hegemónica (Connell) que fortalece su identidad rechazando las actividades domésticas y de cuidado por considerarla femeninas con menor prestigio social.        

Frente a este modelo de masculinidad hegemónica, conceptualizado por el pensamiento feminista como patriarcado, surge una propuesta crítica que construye un modelo alternativo de masculinidad.  De esta manera surge la categoría de nuevas masculinidades como alternativa al patriarcado y el machismo. Según Leonardo García las nuevas masculinidades responden a la pregunta por el poder en la construcción de la identidad de género de los hombres. Este nuevo modelo comparte las premisas epistemológicas del pensamiento feminista donde las relaciones de género son construcciones sociales. No existe una naturaleza femenina y masculina reflejada en la división sexual del trabajo, sino que forma parte de una ingeniería social estructurado por el sistema patriarcal. La masculinidad como una construcción social puede reinventarse para llegar a ser nueva masculinidad y, de esta manera, un hombre puede cocinar (sin necesidad de ser chef), limpiar la vivienda y cuidar a los/as bebes y niñas/os.

Pero ejercer las nuevas masculinidades en pleno funcionamiento de la división sexual del trabajo es complicado porque se argumenta que “no hay tiempo” y “existen otras cosas que hacer”. Los hombres que se resisten a cambiar y dejar sus privilegios se escudan en su rol "natural" y exclusivo de proveedores (como si las mujeres no lo fueran) para decir que no pueden invertir mayor tiempo en las actividades del hogar. Pero esta excusa sustentada por la división sexual del trabajo ha recibido un golpe fulminante por el fenómeno del coronavirus que siguiendo la pista analítica de Slavoj Zizek lo compara como un golpe a lo Kill Bill. La cuarentena de millones de familias obliga a los hombres proveedores a quedarse en la casa posibilitando un nuevo pacto sexual (Carole Pateman) relacionado con el replanteamiento de los roles de género en la casa.

En este contexto es oportuno fomentar las nuevas masculinidades para democratizar las actividades domésticas y la carga del cuidado. Los hombres pueden poner en práctica ideas relacionadas con las responsabilidades compartidas y el ejercicio de paternidades afectivas. Si antes el hombre no podía hacer el almuerzo a su hijo, bañarlo y cambiarle de ropa, ahora tiene la gran oportunidad. Resulta curioso que por redes sociales varios hombres en el tiempo de la cuarentena ejerzan las nuevas masculinidades sin saberlo al mostrar las fotos de los platos de comida que prepararon sin salir de casa. 

Por este motivo, el tiempo de cuarentena puede servir para replantear los roles de género y poner en la agenda de las políticas públicas el fomento de nuevas masculinidades. De lo contrario, será otra oportunidad perdida a un año de celebrar el bicentenario nacional.  

jueves, 26 de diciembre de 2019

Paternidad Cultural




Por Raúl Rosales León

Suscribo la incomodidad de Thomas Laqueur cuando señala “carecemos de una historia de la paternidad”.  Desde mi punto de vista existen algunas pistas para la construcción de una historia que nos brinde elementos de reflexión en la necesidad de un tipo de paternidad que tome en cuenta la dimensión emocional y del cuidado.  Una paternidad en la lógica de las nuevas masculinidades.     

Tomando como referencia la celebración del ritual de la navidad que tiene como símbolo el nacimiento de Jesús resulta idóneo analizar el papel de José quien representa un tipo de paternidad en la historia de la humanidad: la paternidad cultural. No es una paternidad biológica, sino una paternidad legal donde José desciende en la línea directa de David y Abrahán según lo establecido en el Evangelio según San Mateo. La consumación de la paternidad cultural sucedió porque nunca existió un padre biológico de Jesús quien fue concebido por el Espíritu Santo.

Desde la tradición judeocristiana la representación cultural de José como padre legal de Jesús nos brinda coordenadas para la construcción de la historia de la paternidad. La tradicional representación del nacimiento de Jesús en cada navidad reproduce una forma de paternidad con una marcada ausencia del trabajo emocional y del cuidado. Este tipo de trabajo está asignado a María quien acompañó a su hijo en el momento de su crucifixión, muerte y resurrección. La escultura de Miguel Ángel denominada la Piedad del Vaticano reafirma el rol de la madre María y, de paso, la ausencia del ejercicio de la paternidad de José legitimando la idea que el trabajo emocional y de cuidado son exclusivos de las mujeres.  


La ventaja de la paternidad cultural consiste que se puede pensar en el cambio. Por ese motivo, resulta muy creativo el regalo que recibió el Papa Francisco que consistió en un pesebre denominado ¡Dejemos descansar a mamá! donde José está cuidando al niño Jesús mientras que María está descansando. Esta representación es fundamental para profundizar el cambio de roles de los padres y el ejercicio de la paternidad.

Esta nueva representación del ejercicio de la paternidad de José puede ser orientado para la promoción de las nuevas masculinidades. Algo urgente y fundamental para la construcción de un modelo de masculinidad alternativo más protagonista en el mundo de los afectos, libre de violencia de género, corresponsable en las labores domésticas y el cuidado.  Frente al modelo machista que mata y maltrata como el caso del cuádruple crimen en el Agustino, las nuevas masculinidades constituyen la opción real de cambio cultural para construir una sociedad más igualitaria en el marco de una nueva historia de la paternidad.  

sábado, 8 de junio de 2019

Ayacucho: cambios, permanencias y retos.




Por Raúl Rosales León 

La primera vez que conocí Ayacucho y específicamente la ciudad de Huamanga fue en el año 1998 en un Encuentro Internacional de Teatro y El Congreso del Hombre y la Cultura Andina. Ambas ocasiones en calidad de cachimbo en antropología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.  Los inicios de una observación etnográfica de una ciudad con las consecuencias de la violencia política. 

Luego en el año 2011 regresé en calidad de licenciado en antropología sanmarquino para trabajar en una ONG COMISEDH y luego en el MINEDU. En ambas ocasiones aplicando los conocimientos profesionales para asesorar la elaboración del Plan de Desarrollo Concertado de Santiago de Lucanamarca y dinamizar el funcionamiento del Consejo Participativo Local de Educación (COPALE) de Huamanga respectivamente.

Ahora en el presente año regresé en calidad de magister en Estudios de Género por la Pontificia Universidad Católica del Perú.  En esta oportunidad para brindar asistencia técnica para trabajar Gestión Vial con Enfoque de Género trabajando con Provias Descentralizado que es una Unidad Ejecutora del MTC.

En estos 21 años soy testigo del cambio de la ciudad de Huamanga. Una ciudad apagada, triste con un pasado trágico hacia una ciudad dinámica, comercial y turística con una visión de desarrollo al 2030.  En ese sentido, el cambio es un factor que determina progreso o retroceso. Desde la perspectiva de Carlos Iván Degregori se puede  afirmar que Ayacucho no busca el Inkarri, sino el progreso relacionado con la ciudadanía y el ingreso al mercado. La gestión de la infraestructura vial genera oportunidades de inclusión y desarrollo económico. La incorporación del enfoque de género brinda la oportunidad de reducir las brechas de género laboral y económica frente a permanencias como el machismo que es más fuerte en zonas rurales.

La ciudad de Huamanga y la Región Ayacucho no son ajenas al sistema de género y las jerarquías de la masculinidad hegemónica. Son los retos de la igualdad de género y la construcción de una República de Ciudadano/as.

viernes, 18 de enero de 2019

Género en Movimiento

                                                (Raulito en la Empresa ARDUR S.A.)

Por: Raúl Rosales león


En mis iniciales aprendizajes en el Diplomado de Estudios de Género en el año 2009 tuve la oportunidad de leer un artículo de Ralph Bolton titulado “Machismo en Movimiento”. Bolton es un antropólogo norteamericano quien analizó la construcción de la masculinidad de los choferes de camiones en el sur andino del Perú.  Luego de 10 años me acordé del artículo porque estoy trabajando en el sector transporte para incorporar el enfoque de género en la Gestión de la Infraestructura Vial a nivel de los Gobiernos Locales Provinciales. Cotejando el artículo de Bolton con la realidad del sector transporte se puede decir que el machismo sigue movimiento.   

Las condiciones de producción de machismo en movimiento se inician en los primeros años de vida. Me refiero a los juguetes que los niños y niñas usan para divertirse y moldear su identidad de género. En las tiendas comerciales estructuran una división sexual de los juguetes: por un lado, se encuentran los autos, camiones y tractores destinados a los niños y, por el otro lado, las muñecas y la cocinita destinadas a las niñas. Desde temprana edad el género está movimiento estableciendo pautas y modelos para preparar a los niños desenvolverse en el sector transporte.   

Mi caso no es la excepción a la regla porque en mi niñez no me compraban camiones, sino tanques de guerra. Mi papá fue militar de infantería y manejaba los tanques rusos de la época de presidente Juan Velasco Alvarado. En ese tiempo quería ser como mi papá y, por consiguiente, también quería manejar tanques. Tuve mi primer sueño cumplido cuando él me hizo entrar en un tanque de guerra en el Cuartel Hoyos Rubio en el Rímac.  Luego mi papá dejó la vida militar para incursionar el mundo comercial en una empresa familiar asociada al sector transporte. Quería trabajar en la empresa como mi papá quien era gerente de ventas y tenía su oficina con frigobar en donde me invitadan gaseosas (ver la foto). El personal de la empresa me trató muy bien y me decían “Raulito”.

Actualmente, mi papá trabaja vendiendo camiones y es su nieto (mi sobrino y ahijado) Adriano Rosales León quien lo acompaña los días domingo para ver los camiones.  Mi papá tiene la habilidad para manejar los camiones algo que es del agrado de mi sobrino ahijado quien asume el papel de copiloto. Una vez fui testigo del machismo en movimiento cuando le pregunté a mi sobrino ahijado “¿Quieres que en el siguiente paseo la abuela y tu mamá también suban al camión? Él no quería que ellas suban y manejen el camión.  De un momento a otro, mi papá dio una pedagógica explicación: “las mujeres no suben al camión porque se pueden caer”, lo cual generó una reacción de mi mamá, hermana y el suscrito tildando a mi papá de machista. Lamentablemente, mi sobrino ahijado escucho dicha explicación que justifica la marginación de las mujeres en el sector transporte.

Una semana antes de mencionado incidente, tuve un viaje laboral a un Gobierno Local Provincial de la región Puno con el objetivo de participar en un taller para que la población priorice caminos viales. Cuando fue el turno de mi intervención para sensibilizar sobre género lo primero que hice fue consultar a los participantes ¿Por qué no hay mujeres en el taller? Un señor representante de un centro poblado rural me respondió: “no hay mujeres choferes” y los asistentes se rieron. Esta respuesta y la complicidad de las risas de los asistentes confirmaron que el machismo sigue movimiento naturalizando las desigualdades de género. Finalmente, el reto de la reducción de las brechas de género en el sector transporte exige que el que género te mueva desde la vida cotidiana hasta las políticas públicas.


viernes, 7 de septiembre de 2018

Ética y Masculinidades



Por Raúl Rosales León


El pasado miércoles 5 de Septiembre se realizó un coloquio libertario titulado “Ética y Política” el cual contó con la participación del congresista Humberto Morales y la escritora Rocío Silva Satisteban. El congresista planteó su exposición identificando al neoliberalismo como el culpable que la izquierda pierda su valor ideológico; al señor AG y la señora K como representantes de la corrupción en el Perú.  Luego continuó la exposición de la escritora quien marcó la cancha señalando que la pregunta por la ética no debe empezar con los otros (neoliberalismo, derecha, AG y K) sino por la ética de nosotros: la izquierda. El giro ético del coloquio libertario puso en agenda la necesidad de deconstruir la cultura machista en los partidos políticos de izquierda que tuvo como uno de sus indicadores al congresista Humberto Morales quien enunció en un debate político: "a mí me enseñó una cosa mi madre: las mujeres después de ser chismosas, son mentirosas".

Antes de ponerme a deconstruir la masculinidad del otro (congresista), mejor arranco con el análisis ético de mi masculinidad.  Debo confesar que me gusta el fútbol, juego fútbol y soy hincha de la selección peruana. Pero este deporte ¿qué tiene de malo? Si el pueblo peruano ha sido feliz con la clasificación de la selección peruana al Mundial Rusia 2018 luego de algunas décadas de derrotas y frustraciones. En el campo de las ciencias sociales, si bien Aldo Panfichi denuncia el machismo de algunos compatriotas contra mujeres rusas en el Mundial, señala que el fútbol es una ventana privilegiada para observar los procesos de cambio de una sociedad: “es el momento de actuar y consolidar los elementos positivos del cambio cultural, dejando de lado aquellas taras que nos retrasan y avergüenzan”.

Frente al optimismo del cambio cultural que ofrece el fútbol para el fortalecimiento de la identidad nacional, es necesario analizar algunos puntos de fuga desde el enfoque de género.  En primer lugar, el fútbol forma parte del sistema de género que es el conjunto de normas, pautas y valores que una sociedad establece para determinar los patrones de lo masculino y femenino. La familia, la escuela, la religión, universidad, deporte, entre otros ejes estructuran el sistema de género. En el ámbito del deporte, el fútbol genera los mayores sentimientos de identidad nacional que estructuran las condiciones de reproducción del sistema de género. Es necesario tener en cuenta que el sistema de género es jerárquico otorgando mayores recursos y privilegios a la posición masculina. Esta posición es configurada como práctica de género a través del fútbol, el cual es conocido como el deporte Rey.  

Si bien el fútbol fortalece la identidad nacional, también reproduce la identidad de género y, específicamente, la masculinidad hegemónica (Connell). Es menester tener en cuenta que el fútbol es un juego creado por hombres a fines del Siglo XIX en Inglaterra. La universalización de este deporte legitima la posición masculina en el marco de la matriz heterosexual mundial. Si bien actualmente existe fútbol femenino (Mujeres Fútbol Club), este tiene como patrón de juego las características de la masculinidad hegemónica. Un ejemplo de patrón de masculinidad hegemónica es Paolo Guerrero quien es el jugador peruano considerado como un héroe deportivo por su valentía y sacrificio (Alonso Paucho). Paolo es el referente de la identidad nacional y también de la identidad hegemónica de género. No importa si eres hombre o mujer, si juegas fútbol con valentía y sacrificio en el campo deportivo se tendrá el reconocimiento de la masculinidad hegemónica.
      
Retornando al giro ético del coloquio libertario, la deconstrucción de la masculinidad debe empezar por uno mismo: enunciando su lugar de enunciación en el marco de un sistema de género. En esta lógica, tomo conciencia que mi inocente gusto por el fútbol en el fondo legitima las jerarquías y brechas de género. Si en el análisis de la ética y masculinidades solo se visualiza y condena al otro machista, se pierde la ruta del cambio cultural desde la mismidad. Por ese motivo, en materia de ética y política el enfoque de género te debe mover desde la vida cotidiana hasta las políticas públicas.

domingo, 13 de agosto de 2017

¿Es necesario otro modelo de masculinidad?



Por Raúl Rosales León (Waro)

Mafalda tiene una irónica reflexión: “El gran problema de la familia humana consiste que todos quieren ser el padre”.  La interrogante que surge es ¿por qué todos quieren ser el padre y no la madre, el hijo o la hija? La respuesta es el poder y los privilegios.  La violencia en la familia no se puede comprender fuera del campo del poder y la dominación del padre, es decir, la violencia masculina. Este modelo masculinidad del padre tradicional y autoritario reproduce la jerarquía del sistema de género a través de la violencia que mantiene los privilegios simbólicos y materiales.

Otro modelo de masculinidad es posible en el marco de un cambio cultural. Si entendemos la cultura como modelo de vida, entonces la construcción de un nuevo modelo de masculinidad implica la democratización de los privilegios.  No se trata de desaparecer el poder de las relaciones de género, sino de democratizar el poder en el sistema de género.  La democratización de los privilegios de la dominación masculina es el reto para la construcción de un nuevo tipo de masculinidad y, por consiguiente, del sistema de género.

Es necesario tener en cuenta que la literatura sobre violencia de género muestra que los cambios culturales no están relacionados directamente con el avance normativo.  La ley no es garantía de cambio cultural. Según Rita Segato[1] existe una contradicción entre los avances normativos para erradicar la violencia de género y la violencia cotidiana que viven las mujeres. La autora afirma que existe una tensión entre la ley y la moral tradicional patriarcal que establece el orden de género que legitima la dominación masculina que se reproduce por medio de la violencia de género.  Desde esa lógica, la tradición moral patriarcal se filtra en la ley moderna. La investigación de Jaris Mujica[2] también coincide con la lógica del “filtro” porque en el Perú existe un avance en la legislación sobre violaciones sexuales, pero no se ha eliminado los prejuicios que permanece en los imaginarios populares y los operadores de justicia (moderna) que siguen legislando bajo la moralidad tradicional en base al honor sexual.             

¿Por dónde empezar la construcción de las nuevas masculinidades?  Primero tomando conciencia crítica de la mochila de género. Una mochila que contiene los aprendizajes culturales del sistema de género que interioriza a través de las creencias sociales, ideológicas y normativas que se ponen en práctica para reproducir dicho sistema en la familia, la escuela, el trabajo, el partido político, etc.  Como la mochila es una metáfora para hablar de la cultura, entonces no es cuestión de cambiar de mochila por una nueva e inmaculada.  No se puede cambiar de cultura así como cambiar de mochila.  Esa mochila de género la tenemos que cargar de forma consciente o inconsciente.  Entonces se puede cambiar los contenidos de la mochila de género visualizando la necesidad del cambio de los modos de vida. El problema surge cuando se cree que estamos ajenos al peso de mochila de género en el marco de la neutralidad, es decir, pensar que somos sujetos sin estar sujetado en el sistema de género.

Una forma de construir el cambio cultural es a través de la transversalización del enfoque en las políticas y gestión de las entidades públicas que son responsables de los temas de educación, salud, inclusión, justicia, economía, transporte y comunicaciones, entre otros. Estos elementos son parte fundamental del sistema de género. Un elemento es el sector educación a nivel de los tres niveles de gobierno: nacional, regional y local.  Si bien existen avances en el sector educación a nivel normativo como la Directiva de Lenguaje Inclusivo, existen limitaciones porque no se está aplicando. Así lo demostró el análisis de Magrith Mena en su ponencia "Tracciones en la representación de las relaciones de género”. Un análisis a materiales curriculares dirigidos a docentes". En este estudio se muestra la reproducción de estereotipos de género inscritas en las Rutas del Aprendizaje desarrolladas por el Ministerio de Educación.  En las reflexiones finales Magrith Mena plantea la necesidad de incorporar nuevas representaciones de masculinidades en el ámbito doméstico.  Pero se supone que la Directiva de Lenguaje Inclusivo del MINEDU debe aportar a la construcción de representaciones sociales de género igualitarias en el marco del enfoque de género.     

La pregunta consiste en conocer si el funcionariado del MINEDU tiene conocimiento sobre la existencia de la mencionada Directiva y si encuentra un sentido claro en su aplicación.  Puede ser el caso que se tenga conocimiento de la Directiva, pero que esté considerada como una pérdida de tiempo.  En ese sentido, no es suficiente la lógica de los “manuales técnicos” sobre el enfoque de género y su proceso de transversalización en el aparato del Estado. La tecnocracia de género está transformando la teoría de género en una especie de ideología cerrada, repetitiva y fácil de digerir. Desde una visión crítica Marcela Lagarde señala que la perspectiva de género exige nuevos conocimientos:

Irrita a quienes no quieren aprender, estudiar y hacer esfuerzos intelectuales, a quienes quieren todo facilito, simple y esquemático. Como exige pensar de otra manera y desarrollar comportamientos distintos y un nuevo sentido de la vida, choca también la perspectiva de género con quienes creen que es una técnica o una herramienta para hacer su trabajo, un requisito y nada más. Molesta, indudablemente, a quienes piensan que la perspectiva de género no les toca: que deben modificarse las mujeres objeto de los análisis o de las políticas. Se equivocan. Estas perspectiva exige de mujeres y hombres, toda la puesta en movimiento y cambios personales, íntimos y vitales que no son aceptados por muchas personas que hoy usan el género como si fuera una herramienta técnica, neutra y edulcorable”

En ese sentido los endulcorables manuales técnicos de género me hace recordar un análisis de Carlos Iván Degregori[3] sobre la “revolución de los manuales”.  Esta revolución sucedió cuando los militantes del Partido Comunista Peruano Sendero Luminoso (PCP-SL) desplazaron la lectura de los teóricos del marxismo por manuales de materialismo histórico y dialéctico.  Según Degregori estos manuales tenían una explicación cerrada de los problemas sociales y, por consiguiente, la solución final: la lucha armada. De igual manera, los manuales de género son la síntesis de la síntesis de la frondosa teoría de género de amplio horizonte del análisis crítico.

La lógica de la revolución de los manuales de género consiste en su utilidad práctica porque los problemas públicos necesitan soluciones urgentes. Lamentablemente está lógica está filtrada en el Estado que se está llenando de manuales para desarrollar capacidades en materia de género y se encuentran definiciones cerradas como la categoría de “enfoque de género”. Las ONG de desarrollo no están ajenas a la revolución de los manuales de género porque las agencias de cooperación exigen que en el diseño de los proyectos se incluyan el enfoque de género.  

Finalmente, la construcción del nuevo modelo de masculinidad no se podrá encontrar en un manual de género ni en una ley.   Este nuevo modelo debe ser una prioridad de la sociedad para cambiar la situación de la violencia de género. La teoría de género y, especial, los estudios de masculinidades pueden brindar un abanico de posibilidades construir procesos de intervención para incidir en los cambios culturales.  La teoría no solo es útil para explicar, sino también para investigar.  En ese sentido, un indicador de la voluntad política de cambio cultural consiste en la asignación presupuestal en la investigación-acción para la construcción del nuevo modelo de masculinidad. Pero eso significa el cuestionamiento de los privilegios de la dominación masculina desde la lógica de la crítica brindada por el discurso feminista en donde lo personal es político.  Si el cuestionamiento surge desde el lado de los privilegiados de la dominación masculina se estaría cavando la tumba de la dominación. Termino el presente artículo al estilo del Manifiesto Comunista: feministos de todo el mundo, uníos!      




[1] SEGATO, Rita. Las estructuras elementales de la violencia. Capítulo I.
[2] MUJICA, Jaris. Violaciones en sexuales en el Perú 2000-2009. http://www.unfpa.org.pe/publicaciones/publicacionesperu/PROMSEX-Violaciones-SexualesPeru-2000-2009.pdf Bibliografía complementaria:
[3] DEGREGORI, Carlos Iván. Qué difícil es ser Dios. El Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso y el conflicto armado interno en el Perú: 1980-1999. IEP, 2010.