sábado, 21 de marzo de 2009

El Segundo Sexo

Por: Raúl Rosales León

En la introducción del texto, El Segundo Sexo, la autora replantea el tema en debate sobre la mujer, el cual debe ir más allá de la irritante y desordenada discusión: sí la mujer es superior, inferior o igual al hombre. El desarrollo de la lógica argumental de Simone de Baeuvoir se basa en analizar la situación de la mujer como lo Otro dentro del universo o mundo social masculino.

Ser lo Otro, según la autora, significa que la mujer es lo inesencial frente al hombre que viene a ser el referente esencial (absoluto) que piensa y construye el mundo. Es decir, la mujer es incluida bajo ciertos parámetros y roles que son impuestos por la visión del hombre para que ella (Segundo Sexo) sea sumisa y obediente. Por este motivo la autora plantea bajo una postura existencialista la libertad del Otro sexo para logar su libertad autónoma como sujeto.

Una de las formas de legitimar la inferioridad de la mujer dentro del universo masculino es por medio del inmanente carácter de la mujer. Según la autora éste carácter posiciona a la mujer en forma subordinada como lo Otro pasivo, fatalista, paciente, mística, dependiente, irracional, resignada, etc. En muchas ocasiones el mundo construido por los hombres es defendido por las mismas mujeres quienes asumiendo los mandatos patriarcales son cómplices de su dominación.

Ante la evidente servidumbre de la mujer (eterno femenino) queda el camino de la rebelión para trascender el ámbito de la queja resignada. La autora señala que la única salida es la liberación colectiva porque la salvación individual sólo asegura la prisión de la mujer, quien creyendo que es libre, se encuentra dentro de las coordenadas del universo masculino.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Naturalización de las relaciones de poder

Por: Raúl Rosales León

El artículo de Sherry B. Ortner titulado "¿Es la mujer con respecto al hombre lo que la naturaleza con respecto a la cultura?", tiene como objetivo explicar la lógica cultural universal que coloca a la mujer en un status secundario en la sociedad.

La autora se basa en el cuerpo humano para argumentar las bases de la lógica universal de la desvalorización de las mujeres. Teniendo en cuenta la jerarquía universal valorativa entre cultura y naturaleza, Sherry Orther afirma su tesis: “la mujer ha sido identificada con algo que todas las culturas desvaloran”. Ese algo externo es identificado fuera de la cultura, es decir, con la naturaleza. Por lo tanto, la mujer es con respecto al hombre como la naturaleza con respecto a la cultura. Sí la cultura subordina a la naturaleza, entonces el hombre subordina a la mujer. De esta manera la lógica cultural universal reconoce a la mujer con mayor afinidad a la naturaleza.

El primer fundamento de la afinidad femenina con la naturaleza son los procesos naturales relativos a la reproducción de la especie (incluye la menstruación, la preñez, el parto, entre otros). Mientras que el macho no tiene estas limitaciones naturales, lo cual hace que tenga la posibilidad de afirmar su creatividad produciendo cultura. Otro fundamento es el rol natural de la mujer en la sociedad: el ámbito domestico para el cuidado de los niños. Como el espacio familiar se opone al espacio social, entonces al hombre se le asigna un rol dentro de la sociedad para ejercer (naturalmente) los aspectos religiosos, políticos, entre otros. El último fundamento es la naturaleza psíquica femenina caracterizada por el particularismo, el personalismo y la subjetividad (privado), frente al hombre que es abstracta y objetiva (público). Estos fundamentos hacen que la mujer este en una posición intermedia entre la cultura y la naturaleza.

Sherry Ortner señala que estas bases universales de la desvalorización de la mujer no es un hecho natural, sino que es parte de una construcción cultural. Por lo tanto señala la posibilidad de una concepción cultural para el cambio de los fundamentos institucionales que subordinan a las mujeres como un hecho natural.

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La relevancia del texto radica en entender la naturalización de las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Ver más allá del sentido común para preguntar sobre la histórica subordinación de las mujeres, quienes irónicamente son cómplices de la dominación, al asumir como natural su rol dentro de una sociedad jerarquizada. Sí las relaciones de género estan naturalizadas, entonces no existe cuestionamiento al orden establecido socioculturalmente y, menos aún, a la desvalorización de las mujeres. Por este motivo, la autora plantea la formación de grupos masculinos y femeninos de concienciación que critiquen las jerarquías institucionalizadas de la sociedad para que consideren a las mujeres alineadas junto a la cultura.

martes, 17 de marzo de 2009

Primer día de clases: Diplomado de Estudios de Género



Por: Raúl Rosales León

Ayer empezó mi primer día de clases en el Diplomado de Estudios de Género en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hice un balance desagregado por sexo sobre mis ciclos educativos: a) en mi colegio la mayoría absoluta de estudiantes fueron hombres; b) en la universidad hubo un equilibrio entre hombres y mujeres; c) en posgrado existe una evidente mayoría de mujeres: 20 compañeras de clase. Me sentí parte de una minoría sexual con perspectiva de masculinidades.

El primer curso que ingresé se titula Teoría General de Relaciones de Género que es dictado por Narda Enriques y Laura Balbuena. A la hora de las presentaciones todas empezaban con su nombre, profesión, su centro laboral y temas de interés en materia de género. Me di con la sorpresa que las mujeres de mi salón están bien empoderadas porque soy el único desempleado (ilustrado) de la clase.

Cuando me presente mencioné mi nombre, pero les dije que por favor me llamen Waro. Luego de mencionar que soy antropólogo, señale mi interés analítico es el tema de masculinidades para sustentar con mayor rigor teórico el concepto de “Machismo Cortés”. Surgió una risa colectiva en el salón. La profesora del curso, Narda Enriquez, enunció que observa que existe un tema provocativo para el debate.

Después Laura Balbuena indicó que la película  “La Teta Asustada” es un requisito de la clase para analizar a la nueva generación de mujeres que sobrevivieron a la violencia política (1980 -2000).

Tanto Narda como Laura pronunciaban a cada momento “nosotras” para referirse al salón de clase. “Nosotras haremos esto”, “nosotras tonaremos conciencia”, “nosotras debemos tener en cuenta”, entre otras. En un momento determinado me sentí asustado. Pero no estoy sólo, también hay un alumno libre de la facultad de Derecho de la misma PUCP. Ambos conformamos la minoría del nosotros.

En la clase introducción Narda comenzó a explicar el surgimiento académico del género: hija de la literatura de las Ciencias Sociales y la Critica Feminista. Luego, ella mencionó el puente dimensional del género que explica a la persona (identidades) y lo colectivo (Procesos sociales y culturales). Enfatizo al género como una perspectiva de análisis con un alto valor interpretativo que genera conocimiento no sólo de la mujer, sino también del hombre y la comunidad LGTBI. Finalizó con el panorama histórico del nacimiento de los estudios de la mujer que derivó a los estudios de género en el siglo XX, haciendo dialogar la nueva producción de conocimientos con los acontecimientos históricos de los 60tas y 70tas. La profesora dejó para pasado mañana el artículo de Sherry Ortner titulado “Es la mujer con respecto al hombre lo que la naturaleza con respecto a la cultura?

Me gustó mucho la importancia al peso teórico del Diplomado de Estudios de Género. Me agrada el ambiente universitario sin perros del hortelano que no estudian ni dejan estudiar. Me interesa la nueva aventura analítica con perspectiva de género. Y el presente blog registrará mis reflexiones desde las masculinidades hasta las últimas consecuencias.