jueves, 26 de diciembre de 2019

Paternidad Cultural




Por Raúl Rosales León

Suscribo la incomodidad de Thomas Laqueur cuando señala “carecemos de una historia de la paternidad”.  Desde mi punto de vista existen algunas pistas para la construcción de una historia que nos brinde elementos de reflexión en la necesidad de un tipo de paternidad que tome en cuenta la dimensión emocional y del cuidado.  Una paternidad en la lógica de las nuevas masculinidades.     

Tomando como referencia la celebración del ritual de la navidad que tiene como símbolo el nacimiento de Jesús resulta idóneo analizar el papel de José quien representa un tipo de paternidad en la historia de la humanidad: la paternidad cultural. No es una paternidad biológica, sino una paternidad legal donde José desciende en la línea directa de David y Abrahán según lo establecido en el Evangelio según San Mateo. La consumación de la paternidad cultural sucedió porque nunca existió un padre biológico de Jesús quien fue concebido por el Espíritu Santo.

Desde la tradición judeocristiana la representación cultural de José como padre legal de Jesús nos brinda coordenadas para la construcción de la historia de la paternidad. La tradicional representación del nacimiento de Jesús en cada navidad reproduce una forma de paternidad con una marcada ausencia del trabajo emocional y del cuidado. Este tipo de trabajo está asignado a María quien acompañó a su hijo en el momento de su crucifixión, muerte y resurrección. La escultura de Miguel Ángel denominada la Piedad del Vaticano reafirma el rol de la madre María y, de paso, la ausencia del ejercicio de la paternidad de José legitimando la idea que el trabajo emocional y de cuidado son exclusivos de las mujeres.  


La ventaja de la paternidad cultural consiste que se puede pensar en el cambio. Por ese motivo, resulta muy creativo el regalo que recibió el Papa Francisco que consistió en un pesebre denominado ¡Dejemos descansar a mamá! donde José está cuidando al niño Jesús mientras que María está descansando. Esta representación es fundamental para profundizar el cambio de roles de los padres y el ejercicio de la paternidad.

Esta nueva representación del ejercicio de la paternidad de José puede ser orientado para la promoción de las nuevas masculinidades. Algo urgente y fundamental para la construcción de un modelo de masculinidad alternativo más protagonista en el mundo de los afectos, libre de violencia de género, corresponsable en las labores domésticas y el cuidado.  Frente al modelo machista que mata y maltrata como el caso del cuádruple crimen en el Agustino, las nuevas masculinidades constituyen la opción real de cambio cultural para construir una sociedad más igualitaria en el marco de una nueva historia de la paternidad.  

sábado, 8 de junio de 2019

Ayacucho: cambios, permanencias y retos.




Por Raúl Rosales León 

La primera vez que conocí Ayacucho y específicamente la ciudad de Huamanga fue en el año 1998 en un Encuentro Internacional de Teatro y El Congreso del Hombre y la Cultura Andina. Ambas ocasiones en calidad de cachimbo en antropología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.  Los inicios de una observación etnográfica de una ciudad con las consecuencias de la violencia política. 

Luego en el año 2011 regresé en calidad de licenciado en antropología sanmarquino para trabajar en una ONG COMISEDH y luego en el MINEDU. En ambas ocasiones aplicando los conocimientos profesionales para asesorar la elaboración del Plan de Desarrollo Concertado de Santiago de Lucanamarca y dinamizar el funcionamiento del Consejo Participativo Local de Educación (COPALE) de Huamanga respectivamente.

Ahora en el presente año regresé en calidad de magister en Estudios de Género por la Pontificia Universidad Católica del Perú.  En esta oportunidad para brindar asistencia técnica para trabajar Gestión Vial con Enfoque de Género trabajando con Provias Descentralizado que es una Unidad Ejecutora del MTC.

En estos 21 años soy testigo del cambio de la ciudad de Huamanga. Una ciudad apagada, triste con un pasado trágico hacia una ciudad dinámica, comercial y turística con una visión de desarrollo al 2030.  En ese sentido, el cambio es un factor que determina progreso o retroceso. Desde la perspectiva de Carlos Iván Degregori se puede  afirmar que Ayacucho no busca el Inkarri, sino el progreso relacionado con la ciudadanía y el ingreso al mercado. La gestión de la infraestructura vial genera oportunidades de inclusión y desarrollo económico. La incorporación del enfoque de género brinda la oportunidad de reducir las brechas de género laboral y económica frente a permanencias como el machismo que es más fuerte en zonas rurales.

La ciudad de Huamanga y la Región Ayacucho no son ajenas al sistema de género y las jerarquías de la masculinidad hegemónica. Son los retos de la igualdad de género y la construcción de una República de Ciudadano/as.

viernes, 18 de enero de 2019

Género en Movimiento

                                                (Raulito en la Empresa ARDUR S.A.)

Por: Raúl Rosales león


En mis iniciales aprendizajes en el Diplomado de Estudios de Género en el año 2009 tuve la oportunidad de leer un artículo de Ralph Bolton titulado “Machismo en Movimiento”. Bolton es un antropólogo norteamericano quien analizó la construcción de la masculinidad de los choferes de camiones en el sur andino del Perú.  Luego de 10 años me acordé del artículo porque estoy trabajando en el sector transporte para incorporar el enfoque de género en la Gestión de la Infraestructura Vial a nivel de los Gobiernos Locales Provinciales. Cotejando el artículo de Bolton con la realidad del sector transporte se puede decir que el machismo sigue movimiento.   

Las condiciones de producción de machismo en movimiento se inician en los primeros años de vida. Me refiero a los juguetes que los niños y niñas usan para divertirse y moldear su identidad de género. En las tiendas comerciales estructuran una división sexual de los juguetes: por un lado, se encuentran los autos, camiones y tractores destinados a los niños y, por el otro lado, las muñecas y la cocinita destinadas a las niñas. Desde temprana edad el género está movimiento estableciendo pautas y modelos para preparar a los niños desenvolverse en el sector transporte.   

Mi caso no es la excepción a la regla porque en mi niñez no me compraban camiones, sino tanques de guerra. Mi papá fue militar de infantería y manejaba los tanques rusos de la época de presidente Juan Velasco Alvarado. En ese tiempo quería ser como mi papá y, por consiguiente, también quería manejar tanques. Tuve mi primer sueño cumplido cuando él me hizo entrar en un tanque de guerra en el Cuartel Hoyos Rubio en el Rímac.  Luego mi papá dejó la vida militar para incursionar el mundo comercial en una empresa familiar asociada al sector transporte. Quería trabajar en la empresa como mi papá quien era gerente de ventas y tenía su oficina con frigobar en donde me invitadan gaseosas (ver la foto). El personal de la empresa me trató muy bien y me decían “Raulito”.

Actualmente, mi papá trabaja vendiendo camiones y es su nieto (mi sobrino y ahijado) Adriano Rosales León quien lo acompaña los días domingo para ver los camiones.  Mi papá tiene la habilidad para manejar los camiones algo que es del agrado de mi sobrino ahijado quien asume el papel de copiloto. Una vez fui testigo del machismo en movimiento cuando le pregunté a mi sobrino ahijado “¿Quieres que en el siguiente paseo la abuela y tu mamá también suban al camión? Él no quería que ellas suban y manejen el camión.  De un momento a otro, mi papá dio una pedagógica explicación: “las mujeres no suben al camión porque se pueden caer”, lo cual generó una reacción de mi mamá, hermana y el suscrito tildando a mi papá de machista. Lamentablemente, mi sobrino ahijado escucho dicha explicación que justifica la marginación de las mujeres en el sector transporte.

Una semana antes de mencionado incidente, tuve un viaje laboral a un Gobierno Local Provincial de la región Puno con el objetivo de participar en un taller para que la población priorice caminos viales. Cuando fue el turno de mi intervención para sensibilizar sobre género lo primero que hice fue consultar a los participantes ¿Por qué no hay mujeres en el taller? Un señor representante de un centro poblado rural me respondió: “no hay mujeres choferes” y los asistentes se rieron. Esta respuesta y la complicidad de las risas de los asistentes confirmaron que el machismo sigue movimiento naturalizando las desigualdades de género. Finalmente, el reto de la reducción de las brechas de género en el sector transporte exige que el que género te mueva desde la vida cotidiana hasta las políticas públicas.