Por: Raúl Rosales León
El desarrollo de la lógica argumental de Judith Butler en el primer capítulo de su libro El Género en Disputa: el feminismo y la subversión de la identidad, se basa en cuestionar las premisas que estructuran la identidad de género (como monolítica, estable, equilibrada y coherente) para reflexionar sobre la posibilidad de subvertir las canónicas nociones de género que reproducen las relaciones de poder en la sociedad. Por este motivo, ella deconstruye el aparato disciplinario de la hegemonía heterosexista que impone modelos binarios y jerárquicos que naturalizan la identidades en cuestión.
Por una parte dirije su crítica hacia la construcción del sujeto femenino dentro de la categoría mujeres para obtener la representación política. El surgimiento del sujeto femenino se basa en el modelo binario (hombre y mujer) que otorga una identidad coherente. Esto sigue una lógica hegemónica heterosexual de orden obligatorio en las correlaciones de poder entre sexo, género y deseo.
Por otra parte, Judith Butler a través del aporte (en debate) de otras autoras profundiza el cuestionamiento al modelo jerárquico de género: Beauvoir (El Segundo Sexo), Irigaray (falogocentrismo) y Wittig (crítica a la metafísica de la sustancia). También utiliza los aportes de Foucault (Historia de la Sexualidad) y Lacan (diferenciación sexual) para cuestionar la naturalización del deseo sexual, el cual es producto de procesos históricos, prácticas reguladoras y prohibiciones que reprimen los deseos sexuales.
Finalmente, las prácticas culturales como la homosexualidad y la bisexualidad (entre otros) son, según la autora, sitios subversivos que cuestionan la heterosexualidad obligatoria. Van más allá de las apariencias binarias de género, los cuales se encuentran en disputa.
El desarrollo de la lógica argumental de Judith Butler en el primer capítulo de su libro El Género en Disputa: el feminismo y la subversión de la identidad, se basa en cuestionar las premisas que estructuran la identidad de género (como monolítica, estable, equilibrada y coherente) para reflexionar sobre la posibilidad de subvertir las canónicas nociones de género que reproducen las relaciones de poder en la sociedad. Por este motivo, ella deconstruye el aparato disciplinario de la hegemonía heterosexista que impone modelos binarios y jerárquicos que naturalizan la identidades en cuestión.
Por una parte dirije su crítica hacia la construcción del sujeto femenino dentro de la categoría mujeres para obtener la representación política. El surgimiento del sujeto femenino se basa en el modelo binario (hombre y mujer) que otorga una identidad coherente. Esto sigue una lógica hegemónica heterosexual de orden obligatorio en las correlaciones de poder entre sexo, género y deseo.
Por otra parte, Judith Butler a través del aporte (en debate) de otras autoras profundiza el cuestionamiento al modelo jerárquico de género: Beauvoir (El Segundo Sexo), Irigaray (falogocentrismo) y Wittig (crítica a la metafísica de la sustancia). También utiliza los aportes de Foucault (Historia de la Sexualidad) y Lacan (diferenciación sexual) para cuestionar la naturalización del deseo sexual, el cual es producto de procesos históricos, prácticas reguladoras y prohibiciones que reprimen los deseos sexuales.
Finalmente, las prácticas culturales como la homosexualidad y la bisexualidad (entre otros) son, según la autora, sitios subversivos que cuestionan la heterosexualidad obligatoria. Van más allá de las apariencias binarias de género, los cuales se encuentran en disputa.
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