¿Cuál es el lugar de las mujeres (y los hombres) en
el sistema económico contemporáneo a partir del análisis de los modos de
producción y la redistribución de bienes? (Martín Jaime)
Por: Raúl Rosales León
Tomo por ejemplo mi familia para responder desde
una perspectiva microsocial. Mi papá y
mamá son adultos mayores con algunas diferencias económicas; mientras que mi
padre solicitó su jubilación anticipada para recibir una pensión mensual, mi
madre sigue trabajando gratis sin derecho a descansar y jubilación. La pregunta
es ¿por qué la existencia de esta desigualdad entre mis padres? La repuesta se
basa en el posicionamiento de ambos en el sistema económico a partir de los
modos de producción y distribución de bienes. En pocas palabras mi padre por el
mismo hecho de ser hombre tuvo un trabajo remunerado como gerente de ventas de una
empresa, mientras que mi madre por el hecho mismo de ser mujer se dedicó a ser
ama de casa, trabajando gratis y con amor a la familia.
El caso familiar narrado no es un hecho aislado,
sino estructural que fue conformado por la división sexual del trabajo que
organiza la sociedad a partir del sexo del hombre y la mujer. Y esta división
sexual del trabajo construye un modelo de sociedad. Según Amaia Pérez Orozco[1]
El Estado de bienestar es el modelo que reproduce la división sexual del
trabajo porque el papel del Estado y las instituciones económicas son
portadoras de género. Es decir, el
Estado no es una entidad neutral al género sino que reproduce el sistema
económico en donde los hombres tienen mayores ventajas laborales que las
mujeres. El Estado de Bienestar europeo
en el marco de un capitalismo fordista reconoce como titular de derecho a la
familia nuclear en donde el hombre asalariado es la cabeza de familia, mientras
que la mujer de la casa es dependiente.
Desde una perspectiva política Silvia Federici[2]
establece su crítica al núcleo duro del capitalismo por naturalizar el trabajo
doméstico de las mujeres: un trabajo sin salario. Este rol de las mujeres es
fundamental para el sistema capitalista porque creó a la ama de casa para
servir al trabajador masculino, física, emocional y sexualmente. Según Federici el amor y matrimonio conforman
el fraude que legitima la posición de la mujer en el sistema capitalista para
servir al hombre de forma gratuita. Por ese motivo, la propuesta de un salario
doméstico tiene una implicancia revolucionaria porque desnaturaliza la división
sexual del trabajo cuestionando el capitalismo y, por ende, a la jerarquía
masculina.
En el marco de un sistema de género la división
sexual del trabajo contribuye a naturalizar el posicionamiento y función de
hombres y mujeres en los modos de producción y la redistribución de
bienes. Esta naturalización de la esfera
laboral estructura un compartimento estanco, es decir, un parámetro de género
que divide a hombres y mujeres por el mismo hecho de ser hombres y
mujeres. Esta división sexual del
trabajo al final del camino favorece más a los hombres como es el caso de mi
padre quien obtuvo su jubilación anticipada, mientras que mi madre sigue
trabajando cuidando con amor y cariño al nieto de forma gratuita y sin
jubilación.
[1]
Pérez, Amia, Subversión feminista de la
economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida,
Traficantes de sueños, Madrid, 2014, pp. 125-138.
[2]
Federici, Silvia, Revolución en punto cero.
Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas, Traficantes de sueños,
Madrid, 2013, pp. 35-49
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