Por: Raúl Rosales León
Ayer empezó mi primer día de clases en el Diplomado de Estudios de Género en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hice un balance desagregado por sexo sobre mis ciclos educativos: a) en mi colegio la mayoría absoluta de estudiantes fueron hombres; b) en la universidad hubo un equilibrio entre hombres y mujeres; c) en posgrado existe una evidente mayoría de mujeres: 20 compañeras de clase. Me sentí parte de una minoría sexual con perspectiva de masculinidades.
El primer curso que ingresé se titula Teoría General de Relaciones de Género que es dictado por Narda Enriques y Laura Balbuena. A la hora de las presentaciones todas empezaban con su nombre, profesión, su centro laboral y temas de interés en materia de género. Me di con la sorpresa que las mujeres de mi salón están bien empoderadas porque soy el único desempleado (ilustrado) de la clase.
Cuando me presente mencioné mi nombre, pero les dije que por favor me llamen Waro. Luego de mencionar que soy antropólogo, señale mi interés analítico es el tema de masculinidades para sustentar con mayor rigor teórico el concepto de “Machismo Cortés”. Surgió una risa colectiva en el salón. La profesora del curso, Narda Enriquez, enunció que observa que existe un tema provocativo para el debate.
Después Laura Balbuena indicó que la película “La Teta Asustada” es un requisito de la clase para analizar a la nueva generación de mujeres que sobrevivieron a la violencia política (1980 -2000).
Tanto Narda como Laura pronunciaban a cada momento “nosotras” para referirse al salón de clase. “Nosotras haremos esto”, “nosotras tonaremos conciencia”, “nosotras debemos tener en cuenta”, entre otras. En un momento determinado me sentí asustado. Pero no estoy sólo, también hay un alumno libre de la facultad de Derecho de la misma PUCP. Ambos conformamos la minoría del nosotros.
En la clase introducción Narda comenzó a explicar el surgimiento académico del género: hija de la literatura de las Ciencias Sociales y la Critica Feminista. Luego, ella mencionó el puente dimensional del género que explica a la persona (identidades) y lo colectivo (Procesos sociales y culturales). Enfatizo al género como una perspectiva de análisis con un alto valor interpretativo que genera conocimiento no sólo de la mujer, sino también del hombre y la comunidad LGTBI. Finalizó con el panorama histórico del nacimiento de los estudios de la mujer que derivó a los estudios de género en el siglo XX, haciendo dialogar la nueva producción de conocimientos con los acontecimientos históricos de los 60tas y 70tas. La profesora dejó para pasado mañana el artículo de Sherry Ortner titulado “Es la mujer con respecto al hombre lo que la naturaleza con respecto a la cultura?
Me gustó mucho la importancia al peso teórico del Diplomado de Estudios de Género. Me agrada el ambiente universitario sin perros del hortelano que no estudian ni dejan estudiar. Me interesa la nueva aventura analítica con perspectiva de género. Y el presente blog registrará mis reflexiones desde las masculinidades hasta las últimas consecuencias.
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