jueves, 19 de marzo de 2020

Tiempos de nuevas masculinidades. Evitar otra oportunidad perdida.


Por Raúl Rosales León

En el actual contexto de crisis que atraviesa nuestra sociedad por la presencia del coronavirus, Marcela Huaita escribió un artículo titulado Tiempos de crisis: Las mujeres, el Estado y la carga del cuidado. Suscribo las ideas de la autora y, específicamente, la siguiente afirmación: “Las mujeres no podremos dedicarnos a teletrabajar si no compartimos las tareas de cuidado. Esta crisis debe ser también una oportunidad para replantear los roles en la casa”. La cuarentena de quince días decretado por el Presidente Martín Vizcarra es la oportunidad para tomar conciencia de la necesidad de fomentar las nuevas masculinidades y, de esta manera, avanzar en el camino hacia la igualdad de género en el Perú.

La Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (INEI, 2010) demuestra que las actividades relacionadas con las tareas domésticas y el cuidado son realizadas en mayor porcentaje de tiempo por las mujeres. Según el INEI con los resultados se constata la vigencia de una tradicional división sexual del trabajo entre los géneros donde los hombres tienen mayores oportunidades para las actividades remuneradas fuera del hogar. Desde los estudios de las masculinidades la división sexual del trabajo estructura un modelo de masculinidad hegemónica (Connell) que fortalece su identidad rechazando las actividades domésticas y de cuidado por considerarla femeninas con menor prestigio social.        

Frente a este modelo de masculinidad hegemónica, conceptualizado por el pensamiento feminista como patriarcado, surge una propuesta crítica que construye un modelo alternativo de masculinidad.  De esta manera surge la categoría de nuevas masculinidades como alternativa al patriarcado y el machismo. Según Leonardo García las nuevas masculinidades responden a la pregunta por el poder en la construcción de la identidad de género de los hombres. Este nuevo modelo comparte las premisas epistemológicas del pensamiento feminista donde las relaciones de género son construcciones sociales. No existe una naturaleza femenina y masculina reflejada en la división sexual del trabajo, sino que forma parte de una ingeniería social estructurado por el sistema patriarcal. La masculinidad como una construcción social puede reinventarse para llegar a ser nueva masculinidad y, de esta manera, un hombre puede cocinar (sin necesidad de ser chef), limpiar la vivienda y cuidar a los/as bebes y niñas/os.

Pero ejercer las nuevas masculinidades en pleno funcionamiento de la división sexual del trabajo es complicado porque se argumenta que “no hay tiempo” y “existen otras cosas que hacer”. Los hombres que se resisten a cambiar y dejar sus privilegios se escudan en su rol "natural" y exclusivo de proveedores (como si las mujeres no lo fueran) para decir que no pueden invertir mayor tiempo en las actividades del hogar. Pero esta excusa sustentada por la división sexual del trabajo ha recibido un golpe fulminante por el fenómeno del coronavirus que siguiendo la pista analítica de Slavoj Zizek lo compara como un golpe a lo Kill Bill. La cuarentena de millones de familias obliga a los hombres proveedores a quedarse en la casa posibilitando un nuevo pacto sexual (Carole Pateman) relacionado con el replanteamiento de los roles de género en la casa.

En este contexto es oportuno fomentar las nuevas masculinidades para democratizar las actividades domésticas y la carga del cuidado. Los hombres pueden poner en práctica ideas relacionadas con las responsabilidades compartidas y el ejercicio de paternidades afectivas. Si antes el hombre no podía hacer el almuerzo a su hijo, bañarlo y cambiarle de ropa, ahora tiene la gran oportunidad. Resulta curioso que por redes sociales varios hombres en el tiempo de la cuarentena ejerzan las nuevas masculinidades sin saberlo al mostrar las fotos de los platos de comida que prepararon sin salir de casa. 

Por este motivo, el tiempo de cuarentena puede servir para replantear los roles de género y poner en la agenda de las políticas públicas el fomento de nuevas masculinidades. De lo contrario, será otra oportunidad perdida a un año de celebrar el bicentenario nacional.