Por Raúl Rosales León (Waro)
La
interseccionalidad permite una mirada integral de las relaciones de poder
articuladas por las categorías de raza, clase, género y sexualidad; desde una
perspectiva María Lugones realiza una crítica a la propuesta de la Colonialidad del Poder acuñado por
Aníbal Quijano. Según Quijano la Colonialidad
de Poder se articula con cuatro áreas de existencia humana: sexo, trabajo,
autoridad colectiva y subjetividad/intersubjetividad. María Lugones en su artículo Colonialidad y Género cuestiona la utilización de la categoría sexo por Aníbal Quijano porque reproduce las limitaciones del feminismo occidental impulsado por las mujeres blancas quienes consideran al patriarcado como la
única categoría explicación sobre las relaciones de poder del sistema de género.
Según
Quijano la disputa, control y acceso al sexo (mujeres indígenas y afrodescendientes) como un
recurso y producto define el eje de la dominación en el marco de la
colonialidad y la modernidad. María
Lugones hace compleja está perspectiva al visualizar que Aníbal Quijano asume
el sexo como una categoría relacionada a la biología, es decir, al orden de la
naturaleza. Esta lógica del control del sexo coincide con la lógica del
patriarcado que asume a las sociedades no occidentales en el marco del sistema
de género binario. María Lugones discrepa
con esta perspectiva y afirma que en el proceso de colonialización se estableció
la heterosexualidad en las sociedades dominadas reprimiendo otros sistemas de
género.
María
Lugones abre la categoría de la “Colonialidad del Poder” de Aníbal Quijano para
acuñar la categoría “Colonial / Moderno Sistema de Género” para entender el
lugar del género de las sociedades precoloniales y, a la vez, comprender los
cambios impuestos por el capitalismo eurocéntrico moderno en el proceso de
colonización. A través de la
interseccionalidad se percibe la imposición del sistema heterosexual a las
mujeres indígenas y afrodescendientes quienes tenían mayor agencia que las
mujeres blancas occidentales. La diferenciación sexual que es el punto epistemológico
nodal de la categoría patriarcado explica la situación de subordinación de las
mujeres occidentales (Contrato Sexual de Carole Pateman), pero no tiene la misma
eficacia explicativa en los sistemas de género del tercer mundo.
María
Lugones establece evidencia sobre la existencia de sociedades precoloniales las
cuales no estaban conformadas por procesos identitarios heterosexuales. Muestra
los aportes de Oyéronké Oyewúmí quien analizó la opresión de género impuesto a
la sociedad Yoruba en donde se estableció una binaria oposición entre hombres y
mujeres que fue una herramienta de dominación occidental porque subordinaron a
las mujeres líderes de dichas sociedades. La segunda evidencia fue mostrada por Paula
Gunn Allen quien analizó algunos grupos étnicos nativos americanos señalando
que eran
matriarcales y, por consiguiente, reconocían positivamente tanto a la
homosexualidad como al «tercer» género, y entendían al género en términos
igualitarios. Según Allen señala que entre las ochenta y ocho tribus que reconocían
la homosexualidad en términos positivos se encontraban: Apaches, Navajos,
Winnebagos, Cheyennes, Pima, Crow, Shoshoni, Paiute, Osage, Acoma, Zuñi, Sioux,
Pawnee, Choctaw, Creek, Seminole, Illinois, Mohave, Shasta, Aleut, Sac Y Fox,
Iowa, Kansas, Yuma, Aztec, Tlingit, Maya, Naskapi, Ponca, Maricopa, Lamath,
Quinault, Yuki, Chilula, Y Kamia. Paula Gunn Allen señala que en veinte de estas tribus se incluían
referencias específicas al lesbianismo.
La
diversidad de género en el tercer género fue reprimido por el capitalismo
eurocéntrico heterosexual estructurando la colonialidad/sitema moderno de
género. Un ejemplo para mostrar la mirada colonial sobre los
colonizados es la película El Renacido (The Revenant) que representa a las etnias nativas
de América del Norte como naturalmente heterosexuales. El encuentro de dos
mundos también es heterosexual cuando la película muestra las representaciones
del
explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) y una mujer nativa de cuya relación
amorosa nació Hawk. Como se puede apreciar la tecnología de género (Teresade Lauretis) por medio del cine reproduce y legitima los procesos identitarios
del el sistema binario de género.
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