domingo, 11 de mayo de 2014

Cosas, cosito y otras cosas



Por Raúl Rosales León

La entrevista de Nadine en la Revista Cosas causó polémica en la vida política en el Perú reflejado en los medios de comunicación. Leí un debate en EL Comercio sobre si la Primera Dama afectaba la institucionalidad del gobierno, también agudos artículos del feministo Fernando Vivas y Rosa María Palacios. No existe consenso si el caso Nadine es un problema causado por el machismo peruano o por la crisis de institucionalidad del gobierno.  Esta dicotomía es una falacia.

 

Resulta irónico que se trate de forma separada ambas perspectivas. Por mi parte señalo que el caso Nadine no es un problema de machismo, sino de género, pero es necesario señalar que la institucionalidad también tiene género.  Si bien se habla de la crisis de institucionalidad del gobierno, pero no se toca el tema sobre la institucionalidad de género en la relación entre hombres y mujeres.

 

En la Revista Cosas se le preguntó a Nadine, ¿Se imaginó siendo primera dama? La respuesta de fue: No. No, porque además no me gusta el cargo de “primera dama”. Solo el nombrecito me daba ajjj... Siempre decía, “quiero ser la primera servidora”, o “soy la esposa del presidente y nada más”, pero todo el mundo te llama primera dama”.  Todo el mundo le dice Primera Dama, pero  no es del agrado de ella. A Nadine le gustaría ser la Primera Servidora, este es un indicador de cuestionamiento a la institucionalidad de género.

 

La imagen de cosito del Presidente Humala es otro indicador de la institucionalidad de género en las relaciones entre hombres y mujeres en el Perú.   Ser cosito es la ausencia de protagonismo y autoridad del hombre quien es un pisado por la mujer.   Si eres pisado tu masculinidad está en crisis.  La oposición política reitera la idea de falta de liderazgo de Humala porque quien tiene los pantalones para gobernar es su esposa.        

 

Frente al vacío legal sobre las funciones de la Primera Dama, la institucionalidad de género se fortalece políticamente para cuestionar el protagonismo de Nadine. La argumentación se basa de la siguiente manera: si la Primera Dama no cumple su rol de mujer del Presidente, esto causa una crisis institucional del Gobierno. 

 

Finalmente, si Nadine tiene enfoque de género debería cuestionar la institucionalidad de género que va más allá del machismo.  El cambio debería ser político.  Entonces se debería proponer un cambio sobre los roles y funciones de la esposa del presidente y del esposo de la presidenta.  Este cambio debería estar naturalizado desde la vida cotidiana hasta las políticas públicas.

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