Por Raúl Rosales León
La entrevista de
Nadine en la Revista Cosas causó polémica en la vida política en el Perú reflejado
en los medios de comunicación. Leí un debate en EL Comercio sobre si la Primera
Dama afectaba la institucionalidad del gobierno, también agudos artículos del
feministo Fernando Vivas y Rosa María Palacios. No existe consenso si el caso
Nadine es un problema causado por el machismo peruano o por la crisis de institucionalidad
del gobierno. Esta dicotomía es una
falacia.
Resulta irónico que
se trate de forma separada ambas perspectivas. Por mi parte señalo que el caso
Nadine no es un problema de machismo, sino de género, pero es necesario señalar
que la institucionalidad también tiene género. Si bien se habla de la crisis de
institucionalidad del gobierno, pero no se toca el tema sobre la institucionalidad
de género en la relación entre hombres y mujeres.
En la Revista Cosas
se le preguntó a Nadine, ¿Se imaginó siendo primera dama? La respuesta de fue:
“No. No, porque además
no me gusta el cargo de “primera dama”. Solo el nombrecito me daba
ajjj... Siempre decía, “quiero ser la primera servidora”, o “soy la esposa
del presidente y nada más”, pero todo el mundo te llama primera dama”. Todo el mundo le dice Primera Dama, pero no es del agrado de ella. A Nadine le gustaría
ser la Primera Servidora, este es un indicador de cuestionamiento a la
institucionalidad de género.
La imagen de cosito del Presidente Humala es otro
indicador de la institucionalidad de género en las relaciones entre hombres y mujeres
en el Perú. Ser cosito es la ausencia
de protagonismo y autoridad del hombre quien es un pisado por la mujer. Si eres pisado tu masculinidad está en
crisis. La oposición política reitera la
idea de falta de liderazgo de Humala porque quien tiene los pantalones para
gobernar es su esposa.
Frente al vacío legal sobre las funciones de la Primera Dama, la institucionalidad
de género se fortalece políticamente para cuestionar el protagonismo de Nadine.
La argumentación se basa de la siguiente manera: si la Primera Dama no cumple su
rol de mujer del Presidente, esto causa una crisis institucional del Gobierno.
Finalmente, si Nadine tiene enfoque de género debería cuestionar la
institucionalidad de género que va más allá del machismo. El cambio debería ser político. Entonces se debería proponer un cambio sobre
los roles y funciones de la esposa del presidente y del esposo de la
presidenta. Este cambio debería estar
naturalizado desde la vida cotidiana hasta las políticas públicas.