Por: Raúl Rosales León
Es común observar el performance de la masculinidad hegemónica para deslegitimar la hombría de los subalternos. Pero qué sucede cuando los mismos subalternos (de virilidad cuestionada) son los protagonistas del uso de adjetivos descalificativos de hombría.
Este es el caso de una pelea, sin llegar a los golpes, de dos personajes de la farandula de la TV chola, quienes forman la lista de masculinidades cuestionadas. Me refiero a Carlos Cacho y Peluchin. Ambos se encontraron por casualidad en un restaurant en Miraflores en la noche. En el facebook de Carlos Cacho, él describe los hechos del tenso encuentro, en donde Peluchín salió del restaurant para no dar la cara. Cacho le dice a Peluchín.
"Maricón, cobarde, saliste corriendo del restaurante como la rata que eres. Muy valiente en televisión y cuando me tuviste al frente huiste. ¡Qué papel tan triste!, que falta de hombría, ¿qué creías que te iba a pegar?. Qué verguenza ajena diste todos vieron".
Como se puede observar los adjetivos utilizados por Cacho como “maricón”, “cobarde”, falta de hombría” sirven para descalificar la masculinidad de Peluchín y, a la vez, afirmar la hombría de Cacho. Un elemento clave para demostrar la hombría en el espacio público es la pelea en base a puños. Dentro del imaginario del mero macho “quien abandona la pelea es un cobarde y, por ende, es un marica”.
La misma estrategia de afirmación de la hombría (puesta en duda) utilizada por Cacho es también utilizada (reiteradamente) por los matones de barrio quienes constantemente se ven obligados a buscar víctimas para evitar las dudas de su masculinidad. Desde esta perspectiva el maricón es el Otro.
Pero Peluchín no se queda atrás porque defendió su hombría señalando que los comentarios de Cacho: "me las paso por... donde ya saben”...Otro argumento utilizado por Peluchín para no pelear fue que él estuvo cenando con su amiga Gigi Mitre. Entonces Pelucín se retiró porque había acabado la cena, pero no por temor a encontrarme con Cacho. De esta forma Peluchín responde que no huyó de Cacho.
El último argumento de Peluchín fue la utilización del “machismo cortés”, es decir, en donde lo cortés no quita lo valiente. El cuestionado personaje respondió a Cacho: “Hay una cosa que es educación, si él se aburrió de los pinceles y quiere regresar a la TV. que se busque a otro para armar escándalos". Resulta interesante como el tema de la educación es clave para la (auto)defensa de Peluchín quien discrimina a Carlos por su poco nivel educativo reflejado en su antigua profesión como “maquillador”. Cuando Peluchín alude a los “pinceles” es para ser sarcástico con la masculinidad de Cacho, cuya profesión fue objeto de reiterados cuestionamientos a su hombría.
Según Steve Biko: “The most potent weapon in the hands of the oppressor is the mind of the oppressed”. The minds of Cacho and Peluchín son parte del imaginario-weapon de la masculinidad hegemónica.